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viernes, 29 de enero de 2010

Un nuevo comienzo

Dream y Bloody habían caminado durante horas, en una especie de silencio. La resaca había sido buena para ambas, pero internamente había merecido la pena. Podría decirse que el ron las había unido. Cuando llegaron a puerto, se encontraron con sus hombres desesperados, casi peleándose los unos con los otros, pues Dream había dado órdenes de que no se movieran del barco hasta que la otra capitana llegara. No se esperaban que tardase más de medio día en llegar. Así que se pusieron nerviosos y pagaron sus frustraciones los unos con los otros.
En cuanto la vieron, casi se abalanzaron contra Dream. Nunca habían dudado de su lealtad, pero en la situación en la que se hallaban, sin barco, sin rumbo…habían estado jodidamente preocupados por ella y por sus propios destinos. Pero en cuanto la vieron, sintieron sus corazones más alegres y supieron que, pasara lo que pasase, ella sería su capitana y les ayudaría a volver a tener su propio barco. No le dieron abrazos, pero la bombardearon a preguntas que ella respondió escuetamente. Ya habría tiempo para todo.
Por su parte, Bloody, o Beth, como ella misma había sugerido a Dream que la llamara, se metió casi inmediatamente en las profundidades de La Perla. Dream la siguió con la mirada. Estaría cansada y querría tumbarse un poco. La noche anterior había sido…intensa. La capitana sonrió al recordar los acontecimientos y los últimos minutos antes de llegar a puerto.


<<-Entonces, ¿Cuál será vuestro rumbo ahora, Bloody?- preguntó Dream casi con timidez. No habían hablado en horas y sabía que al llegar a puerto tendrían que despedirse y separar sus caminos. En la otra capitana había encontrado algo así como una compañera. Algo que nunca en su vida había tenido. Quería mantener una última conversación con ella antes de llegar con sus hombres. Delante de ellos no mostrarían su…camaradería. -¿Eh?- parecía distraída, como dándole vueltas una y otra vez a lo mismo, sin llegar a una conclusión firme- Oh, al Caribe. Siempre nos dirigimos hacia allí en esta época del año. -Espero que os vaya bien…- Dream carraspeó-Y, como no te lo he dicho…quería darte las gracias, Bloody. Por todo y eso…- la incomodidad se notaba en su voz, y la otra capitana sonrió divertida. -¿Sabes? Me llamo Elisabeth- dijo de repente, la capitana, cambiando de tema. Nadie, salvo sus más allegados, sabía su verdadero nombre. Y todo el mundo la llamaba Bloody. -¿Por qué me lo dices?- preguntó una sorprendida Dream. -Porque me da la gana. Y porque yo también tengo que darte las gracias… -Eh…vale. Ya nos ha quedado claro a las dos. Cuando empezamos por este camino… -Acabamos abrazadas y con la lagrimilla en el ojo. -Exactamente- respondió Dream con una sonrisa de lado. Se comprendían bastante bien. Sacudió la cabeza y siguió caminando al ritmo de su compañera, intentando no prestar atención al dolor que iba aumentando dentro de sí a cada paso que daban y se acercaban a puerto. A la despedida. >>



Dream subió al barco con sus hombres, mientras hablaba distraída con Cortés, que la agarraba del hombro, dándole un firme apretón. Había estado preocupado por ella y la interrogaba con la mirada, pero sabía que pronto lo sabría todo. Por otra parte, todos estaban deseando empezar una nueva vida, a nadie le gustaba estar en ese estado de transición, recordando el pasado y deseando un futuro. Todos querían agarrar el maldito futuro de una jodida vez. Dream miró a su alrededor. El barco era precioso. El Black Gold había sido su hogar, y por tanto siempre ocuparía un lugar especial en su corazón, pero La Perla…era magnífica, y Dream estaba orgullosa de haber estado a bordo, como una especie de invitada, esos días. Buscó impaciente, con la mirada, a Beth. Esperaba con fervor que saliera a despedirse, aunque no pudiera abrazarla por vergüenza. Ella la entendería con la mirada.
Pero no salió y Dream se sorprendió al notar la decepción en su corazón. Frunció el ceño y maldijo por lo bajo. Esa maldita escocesa la había hecho perder la cabeza, de eso estaba segura. ¡Maldita fuera! Se dio la vuelta y, respirando hondo, fijó la vista en sus hombres.

-Chicos…Recoged, que nos vamos- dijo escueta pero firme. Sus hombres sonrieron y fueron a por sus escasas pertenencias. Dream los observó. No eran muchos. Entre los que habían perdido en la batalla con Phil y los que se habían marchado por su cuenta al llegar a puerto…Dream había hablado con cada uno de ellos y había entendido sus razonamientos. La querían, pero tenían una familia a la que alimentar en algún puerto español, esperando que su marido o padre llegase a casa. Así que les deseó buena suerte y se quedó con esos hombres que creían en ella, que la querían y que lucharían por su venganza…y por una nueva vida.

Los hombres ya estaban frente a ella y la miraban como si esperaran a que Dream les permitiese bajar del barco. Hizo un gesto con la cabeza y comenzaron a bajar. Algunos se habían despedido de hombres de La Perla con los que habían congeniado o tramado amistad. Dream esperó para ser la última en bajar. Miró hacia atrás y vio a Ian, serio. Ella inclinó la cabeza como despedida y él le devolvió el gesto. Noghi sonreía de lado, pero cuando Dream echó la última ojeada a la puerta que bajaba a las habitaciones y la vio vacía, él frunció el ceño. La capitana bajó por la rampa y dio un salto, pisando de nuevo tierra firme.

-Nos quedaremos unos días en la posada de Carmela- dijo, y sus hombres comenzaron a andar. Estaban impacientes por sucumbir a los placeres de la buena comida…y las mujeres. Dream empezó a caminar tras ellos, lentamente, sin mirar atrás. Fue entonces cuando escuchó el fuerte sonido de las pisadas de alguien corriendo y una voz que retumbó en todo el puerto.

-¡¡Dream!! –esta se dio la vuelta lentamente y vio a la pelirroja agarrada a la baranda, con la respiración entrecortada y las mejillas arreboladas de la carrera-¡Quédate, española! ¡Comparte mi cargo en La Perla! ¡Te lo has ganado tanto como tus hombres! –gritó.


Por un momento, todo el mundo se quedó en silencio. El mundo se paró, los ruidos propios del puerto cesaron. Dream callaba, y Beth sentía que todo se le caía encima. Había gritado delante de todos, maldita sea… Agarró con fuerza la barandilla y agachó la cabeza. Entonces oyó unos pasos sobre los tablones de madera.
Dream no podía asimilar lo que estaba ocurriendo. No sabía si era un sueño, o una broma. Pero esa noche había descubierto que esa mujer le importaba, y nunca se hubiera imaginado que ella significara también algo para ella. Algo como para gritarle que se quedara delante de todos. Dream sabía lo que era el orgullo para personas como Beth y ella, así que tras el impacto inicial y sobre todo cuando vio a Bloody agachar la cabeza, comenzó a andar y subió al barco. Beth levantó la cabeza y la miró con ojos desconfiados. Dream tragó saliva y poco a poco fue subiendo la mano, dejándola tendida frente a la otra capitana. Beth sonrió y se la apretó con fuerza. No eran dos mujeres indefensas.
-No podría pensar en un sitio o barco mejor que este. Será un honor capitanear este barco. Y más si lo hago contigo, capitana- soltó su mano y se quitó el sombrero mientras inclinaba un poco la cabeza con una sonrisa en su pícaro rostro.
Los vítores resonaron por todo el puerto, dejando los gruñidos y protestas ahogadas. La mayoría había hablado. Y la mayoría hablaba de una nueva alianza. De un nuevo comienzo.


-¡Dreaaam! ¡Maldita sea!- Bloody gritaba como una cosaca, no encontraba los planos del barco, que deberían estar en el despacho, donde siempre. Al no oír contestación, la pelirroja, airada, se dirigió a la que antes era su habitación. Ahora era de Dream, pensó enojada, pero le daba igual su maldita intimidad. Era un desastre para algunas cosas y nunca la avisaba de nada. Abrió la puerta de golpe y encontró a Dream en la cama durmiendo con los planos encima. Al oír el estruendo de Bloody al entrar, la capitana pegó un salto y miró con ojos somnolientos y cansados a su compañera.
-Eh…Buenos ¿días?
-Son las once de la mañana, Dream- dijo Beth exasperada.
-Oh, me he debido quedar dormida…
-¡Eso no hace falta que lo jures!- dijo alterada mientras le quitaba los planos de encima- Podrías avisar cuando coges las cosas…
-Creí que otra de tus reglas era que a partir de la una y media de la mañana nadie te molestase…
-¿Qué hacías con los planos a esas horas?
-No podía dormir y quería…mirar unas cosas- Dream miró hacia otro lado, de repente tímida.
-Así que mirar…Dream…
-¡Oh joder! ¡De acuerdo!- alzó las manos- Quería ver si podía visualizar algunas remodelaciones…
-¿Qué? ¿Sin consult…?
-Tranquila, fiera- la interrumpió- No sabía si necesitaba remodelaciones, así que no te dije nada. Cuando tuviera algo pensado, sin duda te lo comentaría. Sé que este no es mi barco.
-Sí que lo es. Sólo debemos…contar la una con la otra.
-Claro…-su tono no parecía muy convencido, así que Beth frunció el ceño.
-¿Visualizaste algo?
-Hoy, a la hora de cenar, te entregaré los que podrían ser los nuevos planos si aceptas…
-Me parece bien- Beth se dio la vuelta, más tranquila, con intención de subir a ver qué tal les iba a sus hombres.
-Espero que no necesites mi ayuda arriba…- dijo Dream a su espalda. Beth se dio la vuelta y vio la sonrisa maliciosa de su compañera. Se encogió de hombros.
-Nunca he necesitado ayuda…no veo por qué ahora sí…Es más, tus hombres parece que están comenzando a apreciarme y todo… ¿Crees que querrán cambiarse de capitana?- la escocesa esquivó una almohada y subió a cubierta entre carcajadas.



-Y si estas celdas de aquí, que por lo que he visto no han sido usadas…
-¿Te refieres a las del ala sur?
-Sí, exacto. Podríamos convertirlas en bodegas. Y las que ahora son bodegas pasarán a ser habitaciones con el mayor número de camas posible. Luego también he estado pensando…
-Peligro-dijo Beth, en plan de broma.
-…que si metemos más literas en las habitaciones, nos puede quedar una sala libre para ponerles algunas cosillas a los hombres…- continuó Dream, sin inmutarse, se notaba que le gustaba lo que hacía.
-¿Algo así como una sala de descanso?
-Por ejemplo.
-No es mala idea, Dream…Lo único que no acepto es la remodelación de la cocina.
-Pero si la estrechamos un poco…
-La quiero así, grande y espaciosa.
-Bloody…
-No, Dream, en serio. No quiero que el cocinero esté medio achicharrado y por culpa de eso tenga que comer sopa de pescado con sabor a mal humor.
-Si así lo prefieres…
-Sí, creo que podríamos poner alguna mesa adicional en la sala de descanso. Y si alguien no tiene sitio en el comedor, que coma allí.
-Ahora que lo dices no es mala idea…A veces no nos gusta comer con tanta compañía…
-Perfecto, todo solucionado. ¿Cuándo comenzarán las remodelaciones?
-En cuanto lleguemos a Canarias.
-Bien, ¿conoces a alguien allí?
-Sí, hay algún que otro buen hombre y trabajador además…
-Estupendo entonces, si además es mano de obra barata…
-Mierda.
-¿Qué pasa?- Bloody preguntó preocupada.
-Sabía que se me olvidaba algo.
-No sé de qué hablas…
-El dinero, joder- Dream se pasó una mano por la melena.
-Bueno, tenemos nuestros ahorros…
-No, Beth. Hemos “irrumpido” en La Perla, como quien dice. Nosotros lo financiaremos.
-No tenéis nada, Dream. Lo perdisteis todo en el mar…- Beth le hablaba con cuidado, sabiendo que el tema era delicado.
-Yo me ocuparé, Beth- le sonrió forzadamente- Te prometo que si no puedo con ello…te pediré ayuda- Dream le guiñó un ojo y se levantó de la mesa. Tenía que pensar en cómo conseguir el dinero…y a quién se lo iba a coger prestado.



Pocos días después, las oscuras costas de las islas se abrían paso ante sus ojos. La arena era oscura, pero el clima que se respiraba era cálido y acogedor, como invitando a los marineros a quedarse para siempre. Dream se apoyó en la baranda y miró hacia la costa. Luego alzó la cabeza, protegiéndose los ojos del sol con una mano, y miró hacia una enorme mansión que se imponía a un lado de la isla. El objetivo estaba claro. Sólo hacía falta ponerlo en práctica.

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